7 ene 2025

4:00 AM

enero 07, 2025 Posted by M. A. Morán No comments
Estábamos paradas frente a la otra, mirándonos, compartiendo todo sin decir nada. Sus ojos amarillos lucían una mirada fría que cantaba un "tengo sueño", pero mis entrañas sabían que ese ligero parpadear significaba "te amo".

Su cálida voz resonó en toda la habitación, en una vibración que desconcertaba a cualquiera, parecía que estaba esperándome. Sonreí cuando la vi acercarse a mí con pasos cansados y se restregó. Yo la hice a un lado y me senté en la mesa para continuar. Saltó a mi regazo y volvió a soltar otra vibración que resonó desde lo más profundo de su garganta. Todo su cuerpo vibró también.

Mi amada compañera, siempre al borde de la mesa esperando a que su atolondrada madre, llena de sueños infantiles que abarcaban desde ser cantante hasta ser una afamada y reconocida escritora, se fuera a dormir. Nuevamente habló, pero esta vez mi cansancio me hizo oírla.

—Son más de las 4:00 AM, madre —dijo ella. Me asusté, cerré la libreta y la miré.

—Te amo —dije —, pero no vuelvas a hablar jamás en tu vida.

Después de eso, los ojos felinos se cerraron lentamente y luego abrieron. "Ya entendí" fue lo que pensé que me había dicho.

No supe si el cansancio me había jugado en contra, pero mi gata me habló esa noche.




0 comentarios:

Publicar un comentario